Isla de Bréhat, Francia
En plena primavera, tuve la oportunidad de conocer la isla de Bréhat, en la costa de la Bretaña en Francia. En el mejor momento, cuando la “isla de las flores” despliega todo su encanto, pude recorrer este pequeño rincón, reservado a los amantes del slow travel o viajar lento.
En Bretaña encontrarás mucho pueblos y ciudades cuyos nombres comienzan por Plou que originalmente significaba “iglesia” o “pueblo”. Para visitar la isla de Bréhat deberás llegar hasta uno de ellos Ploubazdanec y desde su pequeño embarcadero, tomar un barco que en apenas 15 minutos te cruzará hasta la isla.
La llegada al embarcadero de la isla nos anticipa lo que nos acompañará durante el recorrido: casas señoriales, con magníficos jardines impecables entre los quiebres del terreno. En la Isla de Bréhat no están permitidos los vehículos a motor por lo que a partir de aquí debes confiar en tus pies o en una bicicleta. Este es el medio de transporte más usado y hay un par de lugares que por unos €5 euros te alquilan una bici con la cual podrás dar una vuelta completa a la isla en un par de horas. Así lo hice.
Entre calles de piedra se adivinan jardines a uno y otro lado: hortensias, agapantos, calas, rosas, rododendros, rosas chinas. Enormes arriates, grupos de arbustos y pequeños bosquecitos que marcan los límites entre las propiedades, a cual más prolija y encantadora. Así, pedaleando arriba y abajo de las lomas de la isla, llegamos a la “plaza” donde se ubica una de las iglesias de la isla.
Hablo de la Iglesia de Notre Dame, que data del 1651. En su portal se encuentran los nombres de todos los vecinos de la isla que perdieron su vida en batallas durante las Guerras Mundiales. Para acceder a la iglesia, por un costado, hay que entrar previamente al cementerio.
Pero no te detengas y sigue pedaleando conmigo. Nos queda subir al punto más alto de la isla para visitar la capilla de San Miguel edificada a mediados de siglo XIX en la cima rocosa de una colina. Desde su posición puedes tener una vista de 360 grados de toda la isla y sus innumerables calas. Esta capilla simple reemplaza a una más antigua que sirviera de de refugio a más de uno en las idas y vueltas revolucionarias de la historia francesa. La capilla actual, pequeña y blanca, está dedicada al santo y a los marineros.
Tómate un descanso para observar en detalle la Isla de Bréhat desde esta altura. Cuando bajemos, cruzaremos hacia la isla más pequeña para llegar al Finisterre bretón, para luego continuar descubriendo rincones antes que zarpe nuestro barco de regreso a tierra. Continuará...